La Vida Que No Merecen...

Antes de comenzar queríamos dar la bienvenida a todos aquellos visitantes del blog, e informarles, que lavidaquenomerecen.blogspot.com es la página oficial del cortometraje "La Vida Que No Merecen".

Con esta primera entrada damos el punto de partida a esta nueva aventura, cargada de sueños e ilusiones, en la que todo el equipo hemos depositado nuestra confianza y esfuerzo para que llegue a buen puerto y os hagamos disfrutar con el cortometraje.

Sin más, os dejamos con dos notas, una de su guionista Carlos Serrano, y otra del autor del relato Antonio López Hidalgo.


CUESTIÓN DE TIEMPO

No recuerdo muy bien como nació el proyecto de La vida que no merecen. Lo que tengo muy claro es que la idea de adaptar un escrito de Antonio López Hidalgo llevaba rondándome la cabeza mucho tiempo, desde que coincidimos  en la presentación de su novela Escrito en Brasil. 

Antonio es un escritor muy visual. Llega muy rápido al lector. Capta totalmente la atención con sus descripciones directas y certeras. Apenas exigen esfuerzo  para imaginar las escenas que nos narra tan hábilmente.  Con un estilo único, López hidalgo nos muestra la  realidad, la que vemos y la que no queremos ver, pasando de lo humorístico al drama, de ahí a lo policíaco, etc . Una mezcla de géneros que no chirría en absoluto. Todo ello bañado con  una sutil ironía. 


Por esto, y mucho más, era solo cuestión de tiempo ver “basado en un relato de Antonio López Hidalgo” en una pantalla. Cuando quisimos darnos cuenta, Antonio y yo ya estábamos trabajando en el primer borrador.  La vida que no merecen es una historia de segundas oportunidades, rencor y melancolía. 


Muchos podrán pensar que Víctor, su protagonista, es un cínico. Pero solo es una pieza de un gran todo que quiere encontrar su lugar. Está perdido, como cualquiera de nosotros.


Carlos Serrano


                                       ALGO DE NOSOTROS MISMOS

Llevaba años escribiendo relatos breves, con una extensión máxima de dos folios. Eran textos escritos a primera sangre, de una sola sentada, sin guion esbozado ni escaleta previa, muchas veces sin somera idea de qué iba a escribir, hasta que los dedos ya en el teclado decidían por sí solos qué senda coger. Los fui publicando en distintos diarios digitales, en mi propio blog, en algún libro o revista impresa. Fue así, en alguno de estos soportes, donde Carlos Serrano comenzó a leerlos. Me decía eso, que eran muy visuales, que podíamos hacer un corto con alguno de ellos. Él quería llevar a la pantalla Escrito en Brasil, pero esa historia requería más tiempo, otros medios técnicos y un sponsor que nos subsidiase. Así que optó por materializar el proyecto con otro relato más breve: La Vida Que No Merecen.


    No sé con certeza qué le atrajo de aquel texto, escrito en primera persona, que en la pantalla necesitaría de la voz en off y de un tipo pegado a la barra y cabreado consigo mismo y con medio mundo también. Es un cuento anterior a la crisis en la que nos hallamos inmersos, donde el cabrero se ha generalizado, pero acaso también es un sentimiento particular que se anticipó a su tiempo y que ahora es caldo de cultivo más generalizado. Tal vez, por esta razón, muchos lectores se pueden ver identificados con este personaje que no entiende por qué los demás no aprecian la vida en su justa medida y la queman como si solo fuese un cigarrillo a media tarde.


    Reconozco que me atrajo la idea de llevar el relato a la pantalla cuando me lo propuso Carlos. Me gusta escribir cuentos desde adentro de los personajes, pero que estos sentimientos se vean desde afuera. Por eso intento que sean escenas muy visuales y próximas al lector, sobrias muchas veces, sin movimiento, o todo lo contrario. Depende. Me gusta describir la realidad con realidades supuestas, porque acaso ese sea el mejor modo de describir la vida que nos ha tocado en suerte y que, en su descargo, quizás no todos merezcan. Pero admito también que estos supuestos, fruto de la imaginación, pueden ser en ocasiones tan reales como nuestra propia existencia y, por esta misma razón, nadie escapa a ser cualquiera de estos personajes. La vida que no merecen, no cabe duda, tal vez sea, o es, o pueda ser parte de nosotros mismos.

Antonio López Hidalgo

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